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sábado, 9 de noviembre de 2013

La infancia de mi abuela

Este fin de semana fui a casa de mi abuela (como todos los fines de semana, pero con la diferencia de que llevaba mi ordenador. Le dije a mi abuela que tenía que hacer un trabajo sobre su infancia y con una sonrisa en la cara aceptó. Me preguntó que qué tenía que hacer, así que empecé preguntándole cuántos hermanos eran.
-"Eramos diez hermanos y yo era la... no,no, éramos más. A ver, estaba Manolo , Paco , Pepe , Rafael, Salvador, Leonor, Francisca, Carmen, yo y... y me falta uno. ¡Ah, claro! Juanito. Y de ellos yo era la que hacía nueve porque después de mi iba Carmen."
Después le dije que me comentase su infancia desde el punto de vista de que era una mujer.
-"Mi infancia no fue mala por ser mujer. Iba al colegio por la mañana y por la tarde hacía la tarea y jugaba en la calle. Las niñas jugábamos a la comba, al pollito inglés,...etc. Y los domigos pues íbamos al caminillo y a misa. Eso sería con cinco añitos más o menos. Cuando tenía diez estaba en una sastrería cosiendo y allí estuve trabajando hasta que me casé. Y aparte de eso cuando tenía unos doce años me decía mi madre que me fuese al campo que estaba mi hermana allí y tenía muchos niños, así que me iba allí una semana o dos para acompañar a mis sobrinos."
Entonces se me fue desviando del tema, así que le hice una última pregunta (o eso creía yo). La pregunta era si pensaba que había diferencia entre niño y niña en su tiempo y me respondió que más que ahora sí, pero que realmente no creía que hubiese mucha diferencia. Lo que pasa es que las madres solían dejar menos libertad a las hijas que a los hijos. Como ejemplo de esto me puso una anécdota de cuando estaba con el novio.
"Resulta que cuando yo le hablaba a mi novio era la feria de Alcalá. Ya llevaba hablándome con él cinco o seis años. Pues yo tenía dos amigas que tenían vespas y planeamos ir a la feria, pero yo le pregunté a mi madre antes si me dejaba ir porque a mi me educaron así. Entonces le dije a mi madre: "Mamá que vamos a ir a Alcalá a la feria con la vespa." Y me dice mi madre: "¿Túuu? Tú no vas a Alcalá. Tú no vas." Y yo llorando y mi madre diciendo que no iba. Entonces mi hermana Leonor (que regia que se murió) le dijo que me dejase ir y que no me iba a pasar nada (siempre hablándole de usted). Y por ella fui a Alcalá y echamos un día muy bueno. Pero las madres de ante no son como las de ahora.
Lo pero de mi infancia podría ser que no había dinero.Yo me acuerdo, Marina, cuando estaba cosiendo en la sastreria yo venía a las dos y tenia que volver a entrar a las tres. Así que me tenia mi madre en la mesa puesta un plato de patatas fritas con un huevo y eso era pa' mi como si yo me comiese un plato buenísimo. Eso era ummm que rico estaba. Y yo ahora en vez de un filete me gusta más eso. Y cada vez que lo pongo me acuerdo de ella."
También me contó como se llevaba con su hermana:
-"Resulta que una vez tenía abuela puesto calabazas para comer y a mi la calabaza no me gustan y a Carmen tampoco. Entonces mi hermano pepe dijo: "Quien se coma la calabaza esta noche la llevo al cine." Pues yo me puse tan inocente a comer y me terminado toda la calabaza y mi hermana no se la comió. Y ahora, cuando yo me terminé el plato era mentira. Era para que me comiera la calabaza ( y se empezó a reír al recordar ese momento).Era muy inocente yo (que voy a hacerle). Y por eso me han pasado cosas como cuando tenía trece años y mi hermana tenía once mi madre le mandó a comprar la telera de pan grande, la mar de linda, al contrito. Como mi padre estaba en el campo trabajando nosotros compraban el pan y mi padre se lo pagaba luego. Entonces mi hermana Carmen (que siempre ha sabido mucho, más que yo, yo era mas inocente) cogía una espuerta de palma y ella la llevaba al salir de casa. Pero cuando iba por la mitad de la calle la soltaba en el suelo y así nos peleábamos. Una decía: "Cógela tú"-"No, tú."-No, tú" y así hasta que al final la cogía yo porque era así. Total, que llegábamos a la panadería y mi hermana no entraba, me dejaba allí sola y se volvía para casa."
Entonces una llamada cortó nuestra conversación. Cuando regresó me dijo que ya no se acordaba de más, así que le di las gracias y estuve con ella un ratito más haciendole compañía.
Hacer este trabajo ha sido casi como ir un día normal a casa de mi abuela ya que ella siempre me cuenta alguna cosilla de cuando era joven o que le haya ocurrido. Aun así creo que le ha hecho ilusión que esta vez me llevase el ordenador porque de ese modo lo que me ha contado quedará escrito.


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